Me encanta Instagram. Me encanta crear contenido, diseñar historias y conectarme con viejos y nuevos amigos. Me encanta tanto que lo convertí en mi trabajo. Creo anuncios en Facebook e Instagram para ayudar a mis clientes a conectarse con un público más grande e impulsar las ventas. Incluso podría decirse que soy una experta...
Una experta en Instagram que, lo admito, siente PÁNICO por las redes sociales.
Verán, soy mamá de tres adolescentes y, si bien me encanta usar Instagram, ¡no estaba segura de que quisiera que mi familia usara mi aplicación favorita!
Así que mi esposo y yo investigamos un poco y decidimos comprometernos con la regla familiar de que nadie abriría una cuenta de Instagram hasta que estuvieran en 7.º grado.
Al principio, lo que más me preocupaba eran los comentarios. No quería que mi hija pasara tiempo estresándose después de subir una publicación por quién iba a decir qué o, quizás peor, quién no diría nada.
Los niños prometieron que comprendían que una publicación en Instagram no era una competencia para ver cuántas personas podían recibir “me gusta” o comentarios, sino una herramienta para crear arte, contar una historia y conectarse con amigos. Quizás me estaban diciendo lo que pensaban que yo quería escuchar, pero yo estaba satisfecha de que al menos me habían escuchado. Logramos cumplir con nuestro compromiso de permitir que cada uno de ellos abriera una cuenta de Instagram en 7.º grado.
Eso fue hace cuatro años… Mi hijo mayor ahora está en 11.° grado y hasta el momento nadie ha terminado llorando desconsoladamente debido a un ataque desagradable de algún hostigador cibernético o a algún comentario grosero de una niña.
¿Pero ahora? ¡Estoy preocupada por los filtros!
Cuando veo a mis hijos en las redes sociales, me doy cuenta de que no tienen un parámetro de la ‘normalidad’ como yo tenía a los 15 años. Pasan tanto tiempo mirando las pantallas que existe la posibilidad de que vean más personas con imágenes alteradas que personas ‘en su estado natural’, a diario.
“El verdadero problema con los filtros de Instagram es la falta de transparencia de los usuarios y la aplicación. Ahora más que nunca, las personas jóvenes que se adaptan y se redefinen constantemente tienen estándares y expectativas de belleza poco realistas. Esto, a su vez, aumenta los sentimientos de autoestima baja y desesperanza que se vuelven peligrosos cuando no se abordan. Muchos estudios han llegado a la conclusión de que la exposición constante a estándares de belleza inalcanzables y la falta de representación verdadera aumentan las probabilidades de que las personas desarrollen depresión, ansiedad o problemas de alimentación. Es importante que los jóvenes tengan una representación visual adecuada en las redes sociales que consumen. Esto les permite normalizar ciertas experiencias e incluso inseguridades que puedan tener”, explica Marina Villani-Capo, psicóloga de Nicklaus Children’s Hospital.
Entonces, como padres, ¿qué pueden hacer?
Siga hablando con ellos
Es importante que sigamos teniendo estas conversaciones con nuestros hijos. Con mi familia, por ejemplo, hablamos sobre las fotos que vemos en sus redes sociales y analizamos realmente cómo se corresponden con la realidad. “¿Es realmente posible que cada niño de 15 años que aparece en la cuenta de XYZ nunca haya tenido acné en toda su vida? ¡NO!”
Busque asesoramiento de un profesional en el rubro 'filtros'
Encuentre un experto en el campo. No me refiero a un terapeuta, sino a un FOTÓGRAFO. Tengo una amiga que dice que, en su casa, esto es muy eficaz. Hizo que su hija hablara con su tío, un fotógrafo profesional. Él le explicó que ningún fotógrafo jamás dejaría que el mundo viera una imagen sin editar, ¡y los niños entendieron! Esta conversación, aparentemente, ayudó a evitar la creencia de que existe una gran cantidad de humanos impecables que viven vidas fáciles, frescas y sin filtros en algún lugar fuera de sus iPhones.
Aliéntelos a que hablen entre ellos
Cada vez que tengo más de dos adolescentes en mi automóvil, planto estratégicamente “bombas de conversación”. Hago preguntas para que ambos comiencen a hablar. ¿Viste esa foto de Kylie Jenner? ¿Qué tipo de técnicas de edición aprendiste en tu clase de fotografía? ¿Estás seguro de que Marissa nunca ha tenido una espinilla en su vida? (¡Esos temas!). Descubrí que los adolescentes de 15 años descubren las verdades mucho más rápido cuando están juntos que cada uno por separado.
¡Padres ultraveloces! No podemos proteger a nuestros hijos de todo… incluidos los miles de filtros que ofrece Instagram. Sin embargo, con una pequeña conversación estratégica podemos ayudar a abrir la posibilidad en la mente de nuestros hijos adolescentes de que el cuerpo y la cara con los que nacieron son normales y hermosos.